Servir el champag- ne bien frío en una copa inclinada es la mejor manera de conservar su efervescencia óptima y preservar todo su sabor.
Lo reveló un estudio dirigido por el enólogo químico Gérard Liger-Belair, de la Universidad de Reims Champagne-Ardenne.
Los autores calcularon la pérdida de dióxido de carbono a partir de dos métodos diferentes de servir la bebida. Consistió en servirla en copa recta e inclinada. En el segundo caso el champagne cae más lentamente, lo que permite conservar dos veces más las burbujas. Además, los investigadores confirmaron que el frío contribuye a reducir las pérdidas de CO2. Desde hace tiempo, los investigadores sospechaban que la manera de servir el champagne en la copa tenía una influencia importante sobre el nivel del gas, y por ende en su calidad. Es decir, cuanto más se conserva el CO2, mayor es el gusto que se percibe.
Ningún estudio había confirmado esa hipótesis.
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